hacer justicia ar

claves del proceso de justicia

Las demandas de justicia se hicieron escuchar antes de que la dictadura llegara a su fin el 10 de diciembre de 1983. Desde el retorno de la democracia, se desplegó un proceso de justicia penal que tuvo etapas, momentos de avance y otros de retroceso, pero que siempre se mantuvo activo.

El rol de los tres poderes del Estado, fundamentalmente la responsabilidad asumida por el Poder Judicial, junto al Ministerio Público Fiscal y de la Defensa, fueron claves para su avance. Las organizaciones de derechos humanos resultaron un protagonista central también para su empuje y consecución. 

El impacto del proceso de justicia por crímenes de lesa humanidad ha sido múltiple: son un eslabón fundamental en la consolidación de la democracia y el rechazo al autoritarismo, representan la superación ética del estado de derecho frente a los mecanismos ilegales y clandestinos que se aplicaron durante la dictadura, en sí mismos han funcionado como mecanismos idóneos de depuración de las instituciones, han permitido reconstruir de manera documentada la verdad sobre el terrorismo de Estado, constituyen para las víctimas un medio de reparación y un pilar para la memoria colectiva. Por otro lado, por su envergadura y duración, son un punto de referencia insoslayable para los procesos de justicia transicional en el mundo.

testimonios orales

En estos juicios, en su mayoría orales y públicos, se juzgó a integrantes de las Fuerzas Armadas y policiales. Los primeros procesos, en 1985, abarcaron a las cúpulas de esas estructuras. Entre la sanción de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, en 1986 y 1987, y la declaración de su nulidad transcurrieron casi dos décadas: en ese periodo únicamente fueron juzgados los delitos de apropiación de niños y niñas y robo de bienes. Desde 2005, cuando dejó de haber barreras para la investigación penal y el juzgamiento, todos los niveles de responsabilidad de la estructura represiva pudieron ser investigados y juzgados. En 22 de las 24 jurisdicciones que conforman el país, se realizaron juicios que incluyen tanto la represión implementada por fuerzas estatales durante la dictadura como sus antecedentes durante los años previos al golpe militar.

El juzgamiento también abarca a las y los civiles que cometieron crímenes en el marco del plan sistemático de represión. Fueron juzgados y condenados integrantes del poder judicial, hombres y mujeres que apropiaron niños que eran hijos de los secuestrados, personal de inteligencia, integrantes de la Iglesia católica, médicos. Los procesos judiciales contra empresarios que participaron de la represión y se beneficiaron de ella fueron dificultosos: la primera condena contra el propietario de una empresa por su participación en el secuestro de un trabajador tuvo lugar en 2016 y quedó firme en 2023. 

El proceso de justicia fue llevado adelante por tribunales federales, es decir por la justicia civil ordinaria utilizando las figuras penales que existían en el momento en el que se cometieron los crímenes: secuestro, tormentos, homicidio, apropiación de menores, violación, privación ilegítima de la libertad y robo. Desde el Juicio a las Juntas en adelante, el poder judicial consideró que este conjunto de delitos fueron parte de un plan sistemático. Como consecuencia de la centralidad que la desaparición forzada tuvo en el esquema represivo en nuestro país, organizaciones de derechos humanos argentinas junto a otras de la región, impulsaron su reconocimiento internacional como delito.

Desde 1985 hasta nuestros días, fueron condenadas más de 1200 personas por delitos de lesa humanidad; entre ellas, 200 son civiles (fuente). Gran parte de las condenas fueron y son cumplidas en los servicios penitenciarios de distintos lugares del país, con la excepción de un conjunto de detenidos que están alojados en la unidad militar de Campo de Mayo. En la actualidad, la edad avanzada de muchos de los condenados y procesados hace que cumplan su condena o aguarden ser juzgados bajo el régimen de la prisión domiciliaria (fuente).

La búsqueda, identificación y restitución de las personas desaparecidas en el caso de Argentina ha sido responsabilidad del poder judicial federal, tanto en la investigación que desde 1985 realiza la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal como en el marco de las investigaciones que se llevan adelante en cada provincia. Para la búsqueda de las y los niños apropiados fueron creadas instituciones específicas como la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad y el Banco Nacional de Datos Genéticos. Tanto en el caso de los detenidos desaparecidos como de quienes fueron apropiados la búsqueda se desarrolla con la participación activa de organizaciones de la sociedad civil.

La investigación necesaria para llevar adelante los procesos penales no provino únicamente de usinas judiciales. Durante muchos años, la información sobre las víctimas y el funcionamiento del sistema represivo fue recopilada y sistematizada por los organismos de derechos humanos. El activismo judicial de estas organizaciones le dio empuje a muchas de las causas por crímenes de lesa humanidad: fueron quienes presentaron las denuncias, recurrieron al sistema internacional de derechos humanos y también insistieron cuando hubo resistencias en los ministerios públicos y en los tribunales, acercando innumerable cantidad de testimonios y documentación acumulada durante años.

El poder judicial tuvo que enfrentar un desafío extraordinario. Debía garantizar la celeridad, el debido proceso, la seguridad de quienes eran parte en los juicios, y el derecho de la sociedad a conocer la verdad. Por el carácter de lo que se juzgaba, su significado histórico, el volumen de víctimas, imputados y testigos, y la dificultad de la prueba, el impacto de estos juicios fue significativo dentro del propio poder judicial, e implicó en sí mismo un entrenamiento para litigios complejos. A partir de 2006, cuando el proceso de memoria, verdad y justicia comenzó a ser asumido como una política pública transversal a los poderes del Estado, se construyeron capacidades institucionales dentro del propio poder judicial y el Ministerio Público Fiscal para investigar estos crímenes, así como espacios de articulación entre estamentos como la Comisión para la Coordinación y Agilización de Causas por Delitos de Lesa Humanidad, también conocida como Comisión Interpoderes, presidida por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

testimonios orales